Editorial 15/10/2011.

Desde hace varios meses, con mayor o menor repercusión se les ha ido dando cancha en el espacio informativo a los llamados “movimientos de indignados”. Hasta ahora, en “La Nación Digital” no nos habíamos mostrado ni a favor ni en contra de los sucesos, sino que nos habíamos limitado a informar y a mostrar la actitud de ciertas formaciones políticas al respecto. Sin embargo, la administración que dirige este humilde medio piensa que ya ha llegado la hora de que demos nuestra opinión sobre estos fenómenos.
En primer lugar, consideramos justas y apoyamos cualquier reivindicación que vaya dirigida contra la especulación y la banca capitalista y su representante en la sociedad, la casta política (llamémosla por su nombre, liberales y socialdemócratas). Desde mucho antes de que se produjeran las acampadas en Sol o las concentraciones en varias ciudades del mundo, en “La Nación Digital” ya nos mostrabamos furiosos y estupefactos (porque decir “indignados” sería quedarnos demasiado cortos) ante la tiranía y la falta de escrúpulos y vergüenza de la oligarquia capitalista y los políticos de turno.
No obstante, no podemos negar quienes organizan todas esas concentraciones: movimientos pacifistas y pseudomarxistas. Sabemos que ciudadanos de a pie, sin ninguna adscripción política, consideran justas sus reivindicaciones y los apoyan (es lo que tiene que las reividicaciones sean medidas sociales y no una doctrina política, que cualquiera puede verlo como positivo), pero desde “La Nación Digital” consideramos que el cambio político, social y económico no va a lograrse por medios pacifistas (que, al fin y al cabo, es lo que quiere el Sistema para poder decir que es tan maravilloso que permite a sus detractores reunirse para manifestarse contra él a la vez que le permite hacer creer que puede haber medios de cambio en los que participe la población sin influencia de la banca o los políticos), además de que los mismos colectivos defensores del marxismo cultural que sustenta el Sistema no van a poder dar origen a otro nuevo, sino a otra versión del mismo.
¿Hacen falta cambios? ¡Sí, muchos, demasiados! ¿Podrán lograrlos esos “indignados”? ¡No! La banca y los políticos les dejarán protestar hasta cierto límite, el suficiente para que la gente piense que puede cambiar el mundo. Pero esos “indignados” y los inocentes ciudadanos que los apoyan se niegan a ver que están tratando de salvar a un cadavérico Estado social de Derecho más que de crear una nueva sociedad.
En “La Nación Digital” consideramos que el auténtico cambio ha de producirse en el interior del individuo y en su forma de concebir el mundo. La defensa de nuestra identidad como miembros de una comunidad humana, la preservación de unos principios morales y la lucha por dar muerte al sistema capitalista han de ser los pilares de una revolución que, con violencia o sin ella, ha de aspirar a cambiar verdaderamente el mundo dejando a un lado el materialismo y el pacifismo, valores del Sistema.