Doctrina octogenaria busca juventud decidida. - La Nación Digital

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lunes, 10 de octubre de 2011

Doctrina octogenaria busca juventud decidida.


Juventudes de vida española
y de muerte española también,
ha llegado otra vez la fortuna
de arriesgarse luchar y vencer.
Sobre el mundo cobarde y avaro
sin justicia belleza ni Dios,
impongamos nosotros la garra
del imperio solar español.
No mas reyes de estirpe extranjera
ni mas hombres sin pan que comer
el trabajo será para todos
un derecho mas bien que un deber.

Nuestra sangre es antigua y eterna
como el sol, el amor y la mar,
por la gloria de siglos de España,
¡No parar hasta conquistar!

La nación nos ordena y marchamos
con la alegre virtud de partir,
el pasado se impone a la ruta
que pretende tener porvenir.
El pasado no es peso ni traba
sino afán de recordar lo mejor,
viviremos la gesta del héroe
con orgullo, soberbia y pasión.

Nuestra sangre es antigua y eterna
como el sol, el amor y la mar,
por la gloria de siglos de España,
¡No parar hasta conquistar!

Adelante muchachos reunidos
por la lanza y la furia del Cid,
tras su fama marchad adelante,
que la raza prosiga sin fin.

Revolucionario español,
revolucionario español...
¡haz la revolución!

“La tremenda angustia de advertir cómo día tras día cae nuestra Patria en un nuevo peligro, aceptando la ruta desleal que le ofrecen partidos políticos antinacionales, nos obliga hoy a hacer un llamamiento a los españoles vigorosos, a todos los que deseen colaborar de un modo eficaz en la tarea concretísima de organizar un frente de guerra contra los traidores”.
“Invocamos esa reserva fiel de que todos los grandes pueblos disponen cuando se advierten roídos en su entraña misma por una acción disolvente y anárquica. Acontecen hoy en nuestro país cosas de tal índole, que sólo podría justificarse su vigencia después de un combate violento con minorías heroicas de patriotas. El hecho de que estas minorías no hayan surgido, nos hacen sospechar que entre los núcleos sanos de nuestro pueblo nadie se ha ocupado hasta hoy de propagar con pulso y coraje la orden general de ¡Servicio a la Patria!”.
“Las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista nacen precisamente en virtud de esa sospecha nuestra de que no existe en el panorama político fuerza alguna que garantice la defensa heroica de los ideales hispánicos. No nos resignamos a que perezcan sin lucha los alientos de España, ni a que se adueñen de los mandos nacionales hombres y grupos educados en el derrotismo y en la negación”.
“Ahora bien; nuestro compromiso de entablar batalla violenta con las organizaciones enemigas no limitará nuestra acción a hazañas destructoras, sino que también aspiramos a ofrecer un manojo completo de soluciones a las dificultades de todo orden que impiden en esta hora la prosperidad del país”.
“El resentimiento marxista es el máximo enemigo, y hay que aniquilarlo en nombre de la Patria amenazada”.
“Las Juntas denunciarán también como enemigos de la Patria a todos los que en el trance difícil por que atraviesa el país se permitan obstaculizar el avance de las organizaciones nacionales”.
“No se olvide que nuestro nacional-sindicalismo acepta con alegría la realidad revolucionaria. Creemos que la Revolución es aquí imprescindible y debe hacerse. Pues no estamos dispuestos a que los medios insurreccionales, con su gran fecundidad creadora, sean exclusivamente utilizados por los charlatanes de izquierda. De otra parte, el hecho de que las Juntas se denominen de Ofensiva, señala con claridad nuestro carácter revolucionario, es decir, que nos reservamos la aspiración de subvertir el actual régimen económico y político e implantar un Estado de eficacia española”.
“Hay castigos, como los que merecen los separatistas, los anarquizantes y todos los afiliados a partidos antinacionales, cuya ejecución no debe ser encomendada a mercenarios, sino al pueblo mismo, a grupos decididos y generosos que aseguren con su acción la integra salvaguardia de la Patria”.
“Los partidarios del nacional-sindicalismo pueden, por tanto, reclutarse entre todos los españoles que acepten sin discusión la necesidad de lograr a costa de todos los sacrificios el inmediato resurgimiento de España”.
“El carácter hispano, nacionalista si se quiere, de nuestro partido, es algo que advierte el más obtuso en cualquier párrafo de nuestras campañas. El motor primero de nuestro batallar político es, efectivamente, un ansia sobrehumana de revalorizar e hispanizar hasta el rincón más oculto de la Patria”.
“El Estado nacional-sindicalista se propone resolver el problema social a base de intervenciones reguladoras, de Estado, en las economías privadas. Su radicalismo en este aspecto depende de la meta que señalen la eficacia económica y las necesidades del pueblo. Por tanto, sin entregar a la barbarie de una negación mostrenca los valores patrióticos, culturales y religiosos, que es lo que pretenden el socialismo, el comunismo y el anarquismo, conseguirá mejor que ellos la eficacia social que todos persiguen”.
(La conquista del Estado, “Las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista”).

A través de este artículo, publicado el 10 de Octubre de 1931 en “La conquista del Estado”, se formaban las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. Este acontecimiento supuso el nacimiento, dentro de la política española de la época, de la primera formación encargada de defender y tratar de llevar a cabo un pensamiento similar al que estaba imperando en Italia y comenzaba a formarse en Alemania.
Los encargados de llevar a cabo este proyecto de corte nacional y social fueron los grupos liderados por Ramiro Ledesma (intelectuales y estudiantes agrupados en torno al periódico “La conquista del Estado”) y Onésimo Redondo (campesinos católicos miembros de las “Juntas Castellanas de Actuación Hispánica”). Su objetivo estaba muy claro: en unas circunstancias históricas en las que el destino de los hombres se decidiría a partir del triunfo de un movimiento revolucionario, las JONS proclamaron la Revolución Nacional como solución a los problemas de España frente a la revolución marxista destructora de la identidad de todos los pueblos que sufrieran sus efectos. Serían, por lo tanto, enemigos del marxismo y del liberalismo, y su lucha concluiría con la creación de un Estado hispánico fuerte y que asegurara la justicia social para todos sus habitantes.

Por desgracia para los españoles, las consignas jonsistas tuvieron menos repercusión de la debida y casi cayeron en el olvido. Esa podría considerarse la principal razón por la que las JONS han podido ser calificadas como “grupo terrorista”, “filonazi” y “fascista” por individuos que pretenden coronarse como “expertos en Historia” sin haberse leído un solo artículo de Ramiro Ledesma u Onésimo Redondo.
Desde luego, analizando las circunstancias históricas, los partidos del PSOE y el PCE, junto con el sindicato anarquista CNT, también podrían ser calificados como terroristas teniendo en cuenta que el pistolerismo formaba parte de sus prácticas políticas (especialmente los del PSOE, responsables de la muerte de muchos estudiantes falangistas asesinados por la espalda y a sangre fría). Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que las JONS no ejercieron unas acciones violentas muy diferentes de las llevadas a cabo por sus adversarios políticos marxistas y anarquistas.
Por otro lado, las acusaciones de “filonazi” y “fascista” vienen por la simpatía que los fundadores jonsistas mostraron hacia los regimenes imperantes en Alemania e Italia en aquellos años. No estaría de mal recordar que el primer movimiento que podría ser etiquetado como “fascista” surgió en Rumania unos años antes de que los fascistas italianos tomaran Roma y se hicieran con el poder. Y ese movimiento rumano, al igual que el de las JONS, defendía la particularidad de su movimiento sin negar la similitud en cuanto a objetivos que pudiera tener con los fenómenos de Italia y Alemania.
Especialmente por este último caso es por el que más se ha difamado a las JONS. ¿Pero se han parado a preguntarse por qué Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo habían mirado tanto el modelo alemán? Ante todo, Onésimo Redondo se había quedado sorprendido del carácter y espíritu de trabajo que poseían los trabajadores germanos, y algo semejante había querido llevar a los sindicatos católicos castellanos que conocía. Pero, seguramente, lo que no se le perdone a Onésimo Redondo sean sus palabras hacia el “pueblo elegido”: “Los instrumentos de dominación judaica son el dinero y la prensa. En los "protocolos" los judíos afirman que el sufragio universal es su instrumento de dominación”.
Pero lo de Ramiro Ledesma iba más allá de las cuestiones laborales o económicas. No se puede negar que Ramiro Ledesma admiraba la figura de Adolf Hitler: “La revolución «nazi» de Alemania se hizo en torno a la figura emocional de Hitler, el Führer, y era este hombre, logrando la unanimidad alemana, su factor más primordial y valioso. Todos los jerarcas, organizaciones y masas de la Revolución veían su eje más firme en Hitler, y la expresión de su veneración y adhesión al Führer era permanente en los labios nazis.
En opinión nuestra, disponía, pues, Hitler de autoridad moral suficiente para la labor depuradora a que le obligaron los acontecimientos. Tiene en sus manos el destino de Alemania. Tiene decisión y carácter para arrostrar las más graves responsabilidades. Es quizá el caso más patético que ofrece la Historia en cuanto al número y carácter angustioso de las dificultades que se le atraviesan en el camino. En esas circunstancias, es dramáticamente grotesco el espectáculo de toda la bazofia internacional y encanallada que le combate con armas viles” (JONS, “Los sistemas fascistas”).
Este hecho ha sido la excusa perfecta para algunos cuando hablan despectivamente de lo que fueron las JONS. Al meter en medio al nacionalsocialismo, pretenden hacer creer a la gente que Ramiro Ledesma, por ser afín a las futuras potencias del Eje, era partidario de todo aquello tan hablado sobre lo sucedido en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. El día menos pensando, algún individuo saldrá diciendo que Ramiro Ledesma apoyaba la creación de las cámaras de gas (cuando Ramiro Ledesma fue asesinado en 1936; y, además, la existencia de dichos lugares presenta ciertas lagunas).

Las JONS se unificaron con Falange Española el 24 de Febrero de 1934. Desde la censura de “La conquista del Estado” hasta unos meses posteriores a la unificación con Falange, las JONS habían tenido su medio informativo homónimo en el que difundían su doctrina:
“El movimiento JONS es el clamor de las gentes de España por recuperar una Patria, por construir -o reconstruir- estrictamente una Nación deshecha. Pero también la necesidad primaria del pueblo español en el orden diario, el imperativo de una economía, el logro de pan y justicia para nuestras masas, el optimismo nacional de los españoles”. (JONS, “Carácter de nuestra revista”).
“Si alguna conclusión se deduce lógicamente de este informe, que creemos justo y verdadero, es la de que nuestro Partido, las JONS, se encuentra en la línea de la eficacia más segura. Es lícito que proclamemos que, o se extiende y organiza el Partido hasta alcanzar la fuerte adhesión de los mejores núcleos españoles, con capacidad para comprender o intuir nuestro doble y cruzado carácter «nacional y sindicalista», «sindicalista y nacional», o bien España es fatal y tristemente una presa socialista; el segundo experimento mundial de la revolución roja. El dilema es implacable. O esto o aquello. Así de simple, de sencilla y dramática es la situación de España, como lo es, en resumen, la situación misma del mundo”. (JONS, “¡Ni democracia burguesa ni marxismo!”).
“No somos ni podemos ser otra cosa que revolucionarios. Lo que las JONS pretenden es exactamente una revolución nacional. Y de tal modo es oportuna y precisa nuestra tarea, que quizá hasta hoy hubiera resultado imposible lanzar a las gentes de España una tal consigna”.
“La sangre joven de España comienza a irritarse al comprender el drama histórico que pesa sobre nuestra cultura, sobre nuestro bienestar y sobre nuestras posibilidades de imperio. Confesamos que las JONS son ya un producto de esa irritación, ligado su destino, naturalmente, a las limitaciones que hoy advertimos en la realidad española”.
“Nosotros creemos, y ésa es la razón de existencia que las JONS tienen, que se acercan épocas oportunas para injertar de nuevo en el existir de España una meta histórica totalitaria y unánime. Es decir, que lance a todos los españoles tras de un afán único, obteniendo de ellos las energías y reservas que según la Historia de España -que es en muchos de sus capítulos la Historia del mundo- resulte lícito, posible e imperioso esperar de nuestro pueblo”.
“Las JONS actuarán a la vez en un sentido político, social y económico. Y su labor tiene que resumirse en una doctrina, una organización y una acción encaminadas a la conquista del Estado. Con una trayectoria de abajo a arriba, que se inicie recogiendo todos los clamores justos del pueblo, encauzándolos con eficacia y absorbiendo funciones orgánicas peculiares del Estado enemigo, hasta lograr su propia asfixia”. (JONS, “Nuestra Revolución”).

Otro hecho importante de las JONS a destacar es su aportación al movimiento nacionalsindicalista de la simbología del yugo y las flechas. Desde luego, no deja de ser curioso que los posteriores símbolos falangistas y el lema jonsista “Una, Grande y Libre” terminarán convirtiéndose en parte del régimen de Francisco Franco, que en lo ideológico se situó muy distante de los iniciales objetivos revolucionarios propuestos por el nacionalsindicalismo. No obstante, fue un antiguo miembro de las JONS como José Antonio Girón de Velasco uno de los políticos que más ha hecho por los españoles en el terreno de lo social; ya que, durante su etapa de Ministro del Trabajo, llevó a cabo las siguientes iniciativas: el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE); el Seguro de Vejez, Invalidez y Supervivencia (SOVI); la Ley de Accidentes de Trabajo; la Regulación de enfermedades profesionales; el Plus de cargas familiares; el Instituto de Medicina e Higiene y Seguridad del Trabajo; los Montepíos y Mutualidades Laborales; las Reglamentaciones Laborales; la Paga Extraordinaria de Navidad; las vacaciones pagadas; las Universidades Laborales; el Tribunal Central de Trabajo; la Ley de Contrato de Trabajo; la Colocación obrera; y los Jurados de Empresa y Enlaces Sindicales.

Pese a todo lo sucedido, nada es excusa para ensimismarnos en el pasado. Una Revolución Nacional quedó pendiente y, a medida que pasan los días, cada vez estoy más convencido de que nuestro pueblo necesita de una minoría selecta y preparada que remate la faena iniciada por nuestros predecesores ideológicos. Se acercan momentos decisivos para la supervivencia de nuestra Patria y no podemos rechazar la empresa histórica que el futuro, tarde o temprano, ha de poner en nuestras manos.
La actual crisis del capitalismo no es más que otro síntoma que demuestra que la Historia es cíclica y que todo, en mayor o menor medida, tiende a repetirse. Día tras día, la prensa señala a países situados muy lejos de nuestra geografía como "ejes del mal". Probablemente, algún día estallará toda la tensión acumulada en el mundo y a nuestra nación española le toque, con mano de hierro, poner orden en medio del caos anárquico que se desate cuando a los judíos se les vaya de las manos el "juguetito" de la Bolsa de Nueva York y sus guerras se les vuelvan en contra.
Al llegar la hora decisiva para nuestro pueblo, nos tocará como españoles y, sobre todo, como hombres de honor, posicionarnos a favor de la defensa de nuestra identidad y nuestro futuro. Y entonces, y sólo entonces, nuestros compatriotas podrán comprender que las tesis de las "viejas" JONS serán para España como el agua pura y cristalina para una planta seca.

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